OCHOA: Las bendiciones de verano
July 13, 2021
Foto por Aaron Burden
A medida que las reuniones con familia y amigos se reanudan, nos damos cuenta que tenemos muchas razones para celebrar. Tenemos la suerte de vivir en nuestro país, donde los esfuerzos dedicados de los investigadores, personal en el área de la salud y líderes cívicos nos han permitido obtener la vacuna COVID-19 y regresar gradualmente a la normalidad. Se están reabriendo iglesias y negocios, y una vez más disfrutamos de deportes, bodas y otros grandes eventos. A medida que nuestro país continúa recuperándose, podemos reflexionar sobre nuestras bendiciones.
Tenemos la fortuna de vivir en Texas, un estado que continúa creciendo en importancia. Según el libro “The Texas Triangle”, Houston, junto con Austin, San Antonio y Dallas-Fort Worth, ahora pueden describirse como una “megaregión” dentro de nuestra nación. El académico urbanista Richard Florias explica el concepto de “megaregión” como “las unidades geográficas más importantes que impulsan a Estados Unidos. Estas regiones son múltiples áreas metropolitanas muy próximas entre sí, cada una con su personalidad propia”. Se les considera los centros de poder del país, atrayendo talento y expandiendo la innovación. Según el autor, el Triángulo de Texas está “listo para desempeñar un papel cada vez más poderoso en la sociedad estadounidense y en la economía mundial”.
Asimismo, es una bendición ser parte de la Arquidiócesis. Nuestros pastores continúan brindando su liderazgo firme y dedicado a las 150 parroquias y misiones que sirven a 1.7 millones de católicos. Debido a que Houston es considerada como una de las ciudades más diversas del país, en esta arquidiócesis multicultural los fieles oran y celebran su fe en más de 14 idiomas diferentes. Procedentes de América Latina, India, Nigeria, Vietnam, Filipinas y otras tierras, al aportar su propia experiencia y perspectiva de vida, amplían nuestro conocimiento y comprensión sobre otras partes del mundo y nos enriquecen con su fe profunda.
Una mirada atrás en el tiempo nos da aún más motivos para sentirnos agradecidos. “Misionera” desde sus inicios, la Iglesia Católica en Texas tiene una largo historial de líderes espirituales, incluyendo nuestros dos primeros obispos que eran misioneros franceses.
En el siglo XVI, el franciscano español Fray Antonio Margil y sus compañeros viajaron a pie desde México para establecer las “misiones” de Texas y California. Durante las décadas siguientes, llegaron muchos otros sacerdotes misioneros extranjeros, religiosas e inmigrantes católicos, lo que llevó a la formación de la Diócesis de Galveston.
La actividad misionera continúa en la Arquidiócesis, bendecida por la generosidad de nuestros feligreses.
Es así como la Oficina de Misiones Arquidiocesana ha podido brindar apoyo económico a las misiones en todo el mundo a través de organizaciones internacionales y nacionales como son las Obras Misionales Pontificias (entre ellas la Sociedad de la Propagación de la Fe) y Catholic Relief Services, y al mismo tiempo promover recursos de educación misionera para beneficio de nuestras parroquias, escuelas católicas y programas de educación religiosa. Además, el Plan Cooperativo Misionero proporciona ayuda anualmente a cuarenta grupos misioneros provenientes de los cinco continentes. La colaboración de los párrocos y el personal parroquial ha sido vital para que nuestros esfuerzos misioneros en nombre de la Iglesia universal sigan llevándose a cabo con éxito.
Inspirados por nuestros héroes y líderes y enriquecidos por nuestras muchas culturas, podemos regocijarnos en nuestras abundantes bendiciones y continuar los pasos de las personas valientes y de fe profunda que vinieron antes que nosotros, utilizando la fuerza de nuestra “megaregión” para llevar aún más eficazmente el amor salvador de Dios hasta los confines de la tierra.
Hilda Ochoa es directora de la Oficina de Misiones.