MORENO: Viviendo y navegando un mundo virtual
June 9, 2020
En estos tiempos que estamos viviendo, los cambios en la sociedad que ya se estaban dando, rápidamente tomaron lugar de manera increíblemente acelerada. Incluso, instituciones y compañías que por años se negaban a realizar actividades en línea tuvieron que adaptarse. Las compañías permitieron que sus empleados trabajaran desde su casa (varias han anunciado que este cambio es permanente), y todas las universidades trasladaron sus actividades al mundo virtual. Con tantos cambios a nuestro alrededor, vale la pena reflexionar con la Iglesia sobre el impacto que tiene el vivir en un mundo virtual para nuestro bienestar y para nuestra vivencia de la fe.
Desde el advenimiento de la era de los medios de comunicación masiva como la radio y la televisión, la Iglesia ha mantenido una actitud de cauteloso optimismo sobre su uso. Estos medios masivos se han extendido ahora a medios virtuales. Mucho de lo que aplica a los medios masivos de comunicación se agudiza en un mundo virtual. No podemos escapar su uso, sobre todo si queremos alcanzar a las multitudes que viven en este entorno. Después de todo, la Iglesia se ve a sí misma como comunicadora del mensaje de Cristo, y a Él mismo, como el primer comunicador. Como tal, la Iglesia reconoce que no puede prescindir del uso de medios masivos (y ahora virtuales) para comunicar el mensaje del evangelio, y por eso nos ofrece una amplia reflexión sobre el uso de estos medios.
Uno de los primeros documentos de la Iglesia en tratar de estos medios es la encíclica Miranda Prorsus, del papa Pio XII. En ella, el papa reconoce que “Los maravillosos progresos técnicos, de que se glorían nuestros tiempos … son primariamente dones de Dios, Creador del hombre e inspirador de toda buena obra”. A la vez, Pio XII ofrece la advertencia “desgraciadamente también tremendos peligros pueden nacer de los progresos técnicos que se han realizado y continúan realizándose en los vitalísimos sectores del cine, de la radio y de la televisión”. De manera similar se expresa la Iglesia en el documento Inter Mirifica-Sobre los Medios de Comunicación Social, uno de los documentos menores del Concilio Vaticano II. Por un lado “la madre Iglesia acoge y fomenta con especial solicitud aquellos [medios de comunicación] que atañen especialmente al espíritu humano y que han abierto nuevos caminos para comunicar con extraordinaria facilidad noticias, ideas y doctrinas de todo tipo”, mientras que nos recuerda de los peligros del abuso de estos medios. De igual manera podemos resumir que los documentos subsecuentes tienen este mismo tono de un cauteloso optimismo, o entusiasmo moderado sobre el uso de los medios de comunicación masiva. Entre estos documentos, te invito a estudiar Communio et Progressio, Aetatis Novae, el Rápido Desarrollo de san Juan Pablo II (el último escrito de su pontificado en 2005), y los diversos mensajes anuales para el Día mundial de las Comunicaciones, emitido por el Pontificio Concilio para Comunicaciones Sociales.
En nuestros dias, y ya dentro del contexto de los medios virtuales de comunicación, el papa Francisco en su exhortación apostólica Christus Vivit continua este mismo patrón. En el documento el papa reconoce la realidad de que estos medios virtuales “constituyen una extraordinaria oportunidad de diálogo, encuentro e intercambio entre personas, así como de acceso a la información y al conocimiento”, y al mismo tiempo ofrece la observación de que “no es sano confundir la comunicación con el mero contacto virtual”.
Esta es la coyuntura donde nos encontramos. Por un lado, el uso de estos medios es ineludible, y de hecho, es una responsabilidad nuestra el usarlos para transmitir el evangelio. Sin embargo, no podemos dedicarnos a un uso indiscriminado de estos medios, sin advertir sus peligros. Hay que tener cuidado de no perder nuestro sentido comunitario, ya que nuestra fe no está completa sin la “fisicalidad” del contacto humano. Sin el contacto físico no se pueden celebrar los Sacramentos, no se puede recibir la Eucaristía, la fuente y cumbre de nuestra vida de fe. Que Dios nos ilumine para poder discernir el camino en estos tiempos de cambio.
Juan Carlos Moreno es director asociado con la Oficina de Evangelización y Catequesis.