MORENO: La Pascua - Meta de la Cuaresma
March 22, 2022
(Foto por James Ramos/Herald)
La vida cristiana puede compararse con un peregrinaje. En un peregrinaje, hacemos preparativos y nos ponemos en camino hacia una destinación de importancia espiritual como la ciudad de Roma, la tierra de Jesús en Palestina, o algún santuario Mariano. El peregrinar implica viajar, caminar, muchas veces bajo incómodas situaciones.
Nuestra vida cristiana por igual implica preparativos. Implica el movimiento hacia nuestro último destino — la comunión eterna con Dios. Al igual que en un peregrinaje envuelve dificultades, nuestra vida de fe también tiene sus desafíos a lo largo del recorrido. En ambos contextos, no podemos perder de vista el punto del trayecto, la razón de nuestro viaje, nuestro esperado destino.
La Cuaresma es un tiempo propicio de reflexionar en esto, y que mejor que empezar reflexionando en la meta de la Cuaresma. Para algunos la Cuaresma ha sido ya olvidada, y escasamente le ponen atención. Para otros, es el tiempo donde son incomodados y no pueden comer su platillo favorito algunos días, y hasta tienen que dejar de comer lo que queremos en otros.
Quizás para unos pocos, la Cuaresma es un tiempo para crecer en su relación con Dios a través de las prácticas penitenciales como la oración, el ayuno y la abstinencia y la caridad. Estas diferentes perspectivas nos recuerdan que aunque sea uno el camino que nos conduce al peregrinar terrenal o al peregrinar espiritual, los que lo recorren son muchos, y todos están en diferentes partes del camino: algunos más cerca que otros, y algunos más apenas comenzando.
Con esto en mente me atrevo a proponer recobrar el propósito original que la Iglesia tiene para la Cuaresma para que sea un tiempo de intensa preparación para adentrarnos en el Misterio Pascual.
En los primeros años de la Iglesia este tiempo anterior a la Pascua era un periodo de preparación para los catecúmenos para discernir el inmenso compromiso que conlleva el bautizarse y volverse discípulo de Jesucristo. La Cuaresma era un tiempo de purificación e iluminación: purificar nuestras mentes y nuestros corazones y dejar todo lo que nos separa de Dios e iluminar nuestras mentes y nuestros corazones con el profundo conocimiento de Cristo.
Para nosotros los ya bautizados, la Cuaresma es por igual un periodo para ahondar en nuestro Bautismo como Sacramento de salvación donde nos configuramos inicialmente a Cristo. Es un tiempo de recordar que al sumergirnos en las aguas bautismales, participamos sacramentalmente de la muerte de Jesús, y al salir de las mismas, participamos y nos orientamos hacia su resurrección, en anticipo de nuestra propia resurrección.
En otras palabras, la Cuaresma está orientada hacia la Pascua. Las prácticas penitenciales nos ayudan a olvidarnos de nosotros y pensar en Dios y en los más necesitados. La meta de la Cuaresma es la Pascua. Si estás viviendo una “buena” Cuaresma, y no celebras alegremente la Pascua con su octava litúrgica y en sus 50 días de duración, entonces no fue del todo una buena Cuaresma.
Espero que estas reflexiones te ayuden a dar algunos pasos hacia adelante en tu peregrinar terrenal y te ayuden a llegar a celebrar gozosamente de la Pascua del Señor. Así sea.
Juan Carlos Moreno es director asociado de la Oficina de Evangelización y Catequesis.