El papa Benedicto beatifica al papa Juan Pablo ‘por su fe’

May 10, 2011

VATICANO (CNS) — "Juan Pablo II es beato por su fe, una fe fuerte, generosa y apostólica", dijo el papa Benedicto XVI el 1 de mayo apenas minutos después de formalmente beatificar a su predecesor. 

La policía italiana dijo que para la Misa más de 1 millón de personas de reunieron en y alrededor del Vaticano y delante de grandes pantallas de video en varias partes de la ciudad. 

Muchos en la muchedumbre tenían historias personales acerca de haber visto al papa Juan Pablo o hasta haberlo conocido y el papa Benedicto terminó su homilía de la Misa compartiendo su propia historia personal. "Quisiera agradecer a Dios por el regalo de haber trabajado durante muchos años con el beato papa Juan Pablo II", él dijo. 

Como prefecto de la Congregación Para la Doctrina de la Fe desde 1982 hasta su elección en el 2005, el papa Benedicto dijo que trabajó al lado del papa "y llegó a reverenciarlo". 

"Su ejemplo de oración continuamente me impresionó y edificó: él se mantenía unido profundamente a Dios hasta en medio de las muchas exigencias de su ministerio", el papa dijo. 

"Hoy su nombre se añade a la legión de aquellos que él proclamó santos y beatos durante los casi 27 años de su pontificado", dijo el papa en su homilía. 

El papa Juan Pablo durante su pontificado beatificó 1,338 personas y canonizó 482, más que todos sus predecesores combinados. La beatificación del papa Juan Pablo apenas seis años y un mes después de su muerte en el 2005 fue la beatificación más rápida en unos 500 años. 

El papa Benedicto dijo que aun al momento de su muerte la gente "percibía la fragancia de su santidad y en cualquier número de maneras el pueblo de Dios demostró su veneración por él. Por esta razón, con todo el respeto debido a las normas canónicas de la iglesia, yo quería que su causa de beatificación se moviera adelante con rapidez razonable". 

Después de la Misa el papa Benedicto entró en la Basílica de San Pedro y se arrodilló en oración durante cuatro minutos ante el ataúd del beato Juan Pablo, que estaba puesto frente al altar mayor. 

Después que el papa se fue, los cardenales concelebrantes formaron una fila hacia el ataúd de madera, tocándolo levemente y besándolo. Eventualmente el Vaticano abrió la basílica al público en general y planificaba mantenerla abierta hasta que los fieles dejaran de venir a expresar su admiración o hasta que las preparaciones tuvieran que hacerse para la Misa oficial de agradecimiento por la beatificación el 2 de mayo. 

Millares de personas pasaron una noche fría y húmeda acampando cerca del Vaticano intentando encontrar un lugar en la Plaza de San Pedro desde la 5:30 a.m., cuando los portones estaban programados para abrirse para la Misa de las 10 a.m. La muchedumbre era tan grande que la policía comenzó a dejar que la gente entrara a las 2 a.m. 

Valeria Buonpastore, quien es de Charlotte, Carolina del Norte, dijo que el papa Juan Pablo "trascendió nacionalidades. Él era universal, eso es lo que lo hizo tan grande. Él era amado por la gente de otras naciones y religiones. Muchos de mis amigos protestantes lo amaban también", ella dijo. 

También en la plaza estaba la hermana Marie Clarice, miembro de 30 años de edad de las Pequeñas Servidoras del Sagrado Corazón, proveniente de Madagascar. Ella dijo que recuerda cuando el papa Juan Pablo fue a Madagascar en 1989; ella tenía solamente 7 u 8 años de edad y la imagen que ha quedado es de una persona a quien le importaba el débil e impotente. 

"Recuerdo la manera en que él acogía a los pobres. Él los abrazaba, así", ella dijo abriendo sus brazos en un ancho abrazo. Hablando brevemente en polaco durante su homilía, el papa Benedicto dijo de su predecesor: "Por su testimonio de la fe, del amor y de la valentía apostólica, acompañados por gran carisma humano, este hijo ejemplar de Polonia ayudó a los creyentes de todo el mundo a no temerle a ser llamado cristiano, a pertenecer a la iglesia, a hablar del Evangelio. 

"En una palabra: él nos ayudó a no temerle a la verdad, porque la verdad es la garantía de la libertad", dijo el papa. El papa Benedicto leyó la fórmula de beatificación al principio de liturgia, después que el cardenal Agostino Vallini, vicario papal para Roma, solicitó al papa diciendo: "Pido humildemente a Su Santidad inscribir al venerable servidor de Dios Juan Pablo II, papa, entre el número de los beatos". 

El papa respondió diciendo que después consultar a muchos obispos y miembros de los fieles y después de hacer que la Congregación Para las Causas de los Santos estudiara el asunto, "el venerable servidor de Dios, Juan Pablo II, papa, en adelante será llamado beato" y su fiesta será el 22 de octubre, el aniversario de la inauguración de su pontificado en 1978. 

La muchedumbre reventó en aplauso sostenido, mucha gente lloró y músicos de instrumentos de metal entonaron una fanfarria mientras el papa terminaba de leer la proclama. La hermana polaca Tobiana Sobodka, quien dirigía el hogar del papa Juan Pablo, y la hermana francesa Marie Simon-Pierre, cuya curación de la enfermedad de Parkinson fue aceptada como el milagro que pavimentó el camino para su beatificación, llevaron una reliquia al papa Benedicto y entonces a un estante cerca del altar. 

La reliquia era una ampolla de cristal claro con la sangre del papa Juan Pablo, mantenida en un relicario de ramas de olivo de plata. Leyendo una breve biografía del fenecido papa, el cardenal Vallini dijo que él "había vivido pasando la trágica experiencia de dos dictaduras", el nazismo y el comunismo, "sobrevivió un intento de asesinato el 13 de mayo de 1981 y, durante sus últimos años sufrió grave dificultad física debido a la progresión de su enfermedad. Sin embargo, su abrumador optimismo, basado en su confianza en la divina providencia, lo impulsaba constantemente a mirar hacia los horizontes de la esperanza". 

El papa Benedicto también habló en su homilía acerca del sufrimiento del papa Juan Pablo y de su batalla con la enfermedad de Parkinson, que eventualmente lo incapacitó. "Allí estuvo su testimonio al sufrir: el Señor lo despojó gradualmente de todo, no obstante él se mantuvo siempre como una ‘roca', como Cristo deseaba. 

Su profunda humildad, cimentada en la unión estrecha con Cristo, le permitió continuar liderando la iglesia y dándole al mundo un mensaje que se hizo aun más elocuente mientras su fortaleza física declinaba", dijo el papa. †