A Shepherd's Message - March 8, 2022

March 8, 2022

Dear Sisters and Brothers,

As I write these words, I am aware of the difficult situation of the people in Ukraine — a situation filled on one hand with violence, bloodshed, attacks on innocent civilians including children, but on the other hand a situation filled with a deep strength and resilience that endures and truly evokes our admiration. We need to pray earnestly for those caught up in this tragedy and also pray that this invasion cease and military forces be withdrawn.

The bishops of the United States have received a letter and appeal from our brother bishops of the Ukrainian Byzantine Catholic Church in the U.S. They remind us of hostile forces invading their ancestral land, the civilian casualties, the refugees, the economic and political shockwaves that this bloodshed has and will cause.

Archbishop Borys Gudziak, Metropolitan Archbishop of Philadelphia for Ukrainians of the United States, wrote for his brothers when he mentioned the crucifixion that all of Ukraine is enduring. His appeal to all of us is for hearts full of prayer and full of hope. Give support to make that hope concrete.

Along with our prayer, we can aid by offering our generosity to Catholic Relief Services already in Eastern Europe. You can also give directly to the Ukrainian Greek Catholic Church.

After World War II, Stalin tried to liquidate the Ukrainian Catholic Church in 1947; it went underground and arose in the late 1990s seemingly from nothing. But the Church was active in persecution and martyrdom during that time. The Ukrainian Greek Catholic Church is resilient and strong, brave, charitable and very shrewd. It will thrive but we must grant support for this to be sustained. And we must support all the people of Ukraine.

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In the Book of Revelation in the New Testament, there is a remarkable passage in Chapter 6 where those who have witnessed with their blood to the Lamb who was slain, cry out: “Holy, true Master, how much longer will you wait before you pass sentence?” (Rev. 6:9)

This loud cry of all oppressed peoples, of creation itself, is heard by the Father and is spoken aloud by Jesus Christ on the Cross. In His “hour” Jesus has taken the sufferings and cries of all, a suffering His Father has given him to bear for the life of the world, and redeems it.

This is the centerpiece of our faith because in Christ Jesus the compassion of the Father Himself is opened and shown to us all. The Holy Spirit is poured out in this action and that is why we can say that the Crucifixion really inaugurates the last times.

We are always in those times now, a period that can last for millennia, but the definite action of God’s grace to save us is in operation right now. Let us use these days of Lent to praise God, to fast and pray, to generously serve others, and to reach Easter with renewed joy! 


Queridas hermanas y hermanos,

Mientras escribo estas palabras, estoy consciente de la difícil situación del pueblo de Ucrania – una situación llena, por un lado, de violencia, derramamiento de sangre, ataques contra personas inocentes incluidos niños, pero por otro lado una situación llena de profunda fortaleza y resiliencia que perdura y verdaderamente evoca nuestra admiración. Necesitamos orar fervientemente por aquellos atrapados en esta tragedia y también orar para que cese esta invasión y las fuerzas militares se retiren.

Los obispos de Estados Unidos han recibido una carta y una exhortación de nuestros hermanos obispos de la Iglesia Católica Ucraniana Bizantina en los Estados Unidos. Ellos nos recuerdan de las fuerzas hostiles invadiendo su tierra ancestral, de las perdidas civiles, los refugiados, y la conmoción política y económica que este derramamiento de sangre ha causado y causará.

El Arzobispo Borys Gudziak, Arzobispo Metropolitano de Filadelfia para los Ucranianos en Estados Unidos, escribió para sus hermanos cuando mencionó la crucifixión que toda Ucrania está padeciendo. Su llamado para todos nosotros es llenar los corazones de oración y esperanza. Dar apoyo para que se concrete esa esperanza. Junto con nuestra oración, podemos ayudar ofreciendo nuestra generosidad a Catholic Relief Services que ya se encuentran en Europa oriental. También puede donar directamente a la Iglesia Greco-Católica Ucraniana.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Stalin intentó liquidar la Iglesia Católica Ucraniana en 1947; pasó a la clandestinidad y surgió a fines de la década de 1990 al parecer de la nada. Pero la Iglesia estuvo activa en la persecución y el martirio durante ese tiempo. La Iglesia Greco-Católica Ucraniana es resiliente y fuerte, valiente, caritativa y muy hábil. Prosperará, pero debemos otorgar apoyo para que esto se sostenga. Y debemos apoyar a todo el pueblo de Ucrania.

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En el Libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento, hay un pasaje notable en el Capítulo 6 donde aquellos que han testificado con su sangre al Cordero que fue inmolado, claman: “Santo y justo Señor, ¿hasta cuándo vas a esperar a hacer justicia y tomar venganza por nuestra sangre a los habitantes de la tierra?” (Ap. 6:9)

Este clamor de todos los pueblos oprimidos, de la creación misma, es escuchado por el Padre y pronunciado fuertemente por Jesucristo en la Cruz. En Su “hora”, Jesús ha tomado los sufrimientos y clamores de todos, un sufrimiento que Su Padre le ha dado para soportar por la vida del mundo y lo redime.

Esta es la pieza central de nuestra fe porque en Cristo Jesús, la compasión del Padre mismo se abre y se muestra a todos nosotros. El Espíritu Santo es derramado en esta acción y por eso podemos decir que la Crucifixión inaugura realmente los últimos tiempos.

Siempre estamos en esos tiempos ahora, un periodo que puede durar milenios, pero la acción definitiva de la gracia de Dios para salvarnos está operando ahora mismo. ¡Aprovechemos estos días de Cuaresma para alabar a Dios, para ayunar y orar, para servir generosamente a los demás, y para llegar a la Pascua con gozo renovado!