A Shepherd's Message - Mar. 27, 2018
March 27, 2018
“Sir, we would like to see Jesus.”
— John 12:21
We read this passage on the Fifth Sunday of Lent this year. Some Greeks, who had come to Jerusalem for Passover, want to see Jesus and so go to Philip and Andrew, two major disciples. The latter two then approach Jesus with the request. Jesus’ response is unusual.
He says that The Hour has come for the Son of Man to be glorified; the grain of wheat must fall to the ground and die if it is to produce much fruit. It is His own prediction of His Passion, Death and Resurrection. We will only “see” Him when this action is accomplished. Only when He is “lifted up” on the Cross can all look on Him in belief and receive immortal life.
John Chapter 12 is the last section of the public life of Jesus in that Gospel. At Chapter 13, Jesus and His disciples withdraw to a lengthy Last Supper encounter, five chapters in all, then to Gethsemane and His Passion. Chapter 12 is significantly PUBLIC. Jesus asks those who want to see Him to follow Him in His every move to His voluntary death. His disciples must follow this death, which, ironically is also His glorification. The same will be true for each disciple and all disciples, Jew, or Greek, or any nation and language. Jesus Christ is the concrete universal person; if you are going to see Him, you must fall to the ground like the grain of wheat so He can then raise you up and give you new eyes! Otherwise you will remain in darkness. You will have preferred human praise, current ideas and purely human insights to what Jesus alone offers for He speaks and acts just as His Father, who sent Him, has told Him.
The Gospel on the Fifth Sunday of Lent this year is a spectacular introduction to Holy Week and Easter. What is done each year in the days leading to Easter is living memory, a recapitulation, a retelling always new, of what Jesus has done and always remains present. His death and resurrection always abide. We are the ones who need this living retelling for our salvation and knowledge, for our prayer, for our illumination, and for the meaning of our life. We need the Crucified and Risen Lord to see.
Jesus is not caught off guard by death; He goes to it, with all the horror He sees, out of conviction of love and out of voluntary obedience to the Father. St. Paul was right to call it, in irony, a folly and a scandal. Jesus offers no violence and puts up no resistance. He does not want the death of the sinner but He wants every sinner to live. The fullness of the meaning of love occurs in Jesus emptying Himself over to death by handing Himself over ultimately in obedience to His Father. Where the darkness of death is most thick and impenetrable, the Light shines. This is a mystery of God’s love never to be fully understood, but always to be received with astonished thanksgiving and praise. The various moments of Holy Week and its many celebrations and liturgical activities are meant to proclaim this boundless love.
We have many reasons because of our sufferings, our griefs, our skepticisms, our selfishness and our limitations to doubt or to put an “accept but verify” clause in our act of believing. This too needs to be shaken awake by our entry into the Mystery and reality of Holy Week. The Source of life—Father, Son and Holy Spirit—has entered all the spaces seen and hidden in our hearts and transformed them if we let the Trinity act, especially the well-beloved Son, who invites us into Himself where we will find rest. “Come and see” He says. “Sir, we would like to see Jesus!” Come and see!
"Señor, nos gustaría ver a Jesús."
- Juan 12:21
Leemos este pasaje en el Quinto Domingo de Cuaresma de este año. Algunos griegos, que habían venido a Jerusalén para la Pascua, quieren ver a Jesús y así que van con Felipe y Andrés, dos grandes discípulos. Los dos últimos luego se acercan a Jesús con la petición. La respuesta de Jesús es inusual.
Él dice que La Hora ha llegado para que el Hijo del Hombre sea glorificado; el grano de trigo debe caer al suelo y morir si va a producir mucho fruto. Es su propia predicción de Su Pasión, Muerte y Resurrección. Solamente lo "veremos" cuando esto se lleve a cabo. Solo cuando sea "levantado" en la Cruz lo podremos ver y creer en Él y recibir la vida inmortal.
Juan Capítulo 12 es la última sección de la vida pública de Jesús en ese Evangelio. En el Capítulo 13, Jesús y sus discípulos se retiran a un largo encuentro de la Última Cena, cinco capítulos en total; luego a Getsemaní y Su Pasión. El Capítulo 12 es significativamente PÚBLICO. Jesús les pregunta a aquellos que quieren verlo que lo sigan en cada uno de sus movimientos hacia su muerte voluntaria. Sus discípulos deben seguir esta muerte, que, irónicamente, es también su glorificación. Lo mismo será cierto para cada discípulo y todos los discípulos, judíos o griegos, o cualquier nación e idioma. Jesucristo es la persona universal concreta; si lo vas a ver, deberás caer al suelo como el grano de trigo para que Él pueda levantarte y darte ojos nuevos! De lo contrario, permanecerás en la oscuridad. Habrás preferido la alabanza humana, las ideas actuales y las percepciones puramente humanas a lo que solo Jesús ofrece ya que Él habla y actúa tal como su Padre, que lo envió, le ha dicho.
El Evangelio del Quinto Domingo de Cuaresma de este año es una introducción espectacular a la Semana Santa y la Pascua. Lo que se hace cada año en los días previos a la Pascua es la memoria viva, una recapitulación, una narración siempre nueva, de lo que Jesús ha hecho y siempre permanece presente. Su muerte y resurrección siempre perduran. Nosotros somos los que necesitamos que se nos cuenten esta vivencia para nuestra salvación y conocimiento, para nuestra oración, nuestra iluminación y el significado de nuestra vida. Necesitamos ver al Crucificado y el Señor Resucitado.
La muerte no toma a Jesús por sorpresa; Él acude a ella, con todo el horror que ve, por convicción del amor y por obediencia voluntaria al Padre. San Pablo acertó en llamar esto irónicamente, una locura y un escándalo. Jesús no ofrece violencia y no ofrece resistencia. Él no quiere la muerte del pecador, sino que todos los pecadores se salven y vivan. La plenitud del significado del amor ocurre cuando Jesús va a la muerte y se entrega a sí mismo en última instancia en obediencia a su Padre. Donde la oscuridad de la muerte es más espesa e impenetrable, la Luz luce más brilla. Este es un misterio del amor de Dios que nunca se comprende del todo, pero que siempre se recibe con gran agradecimiento y alabanza. Los diversos momentos de la Semana Santa y sus muchas celebraciones y actividades litúrgicas pretenden proclamar este amor sin límites.
Debido a nuestros sufrimientos, nuestras penas, nuestros escepticismos, nuestro egoísmo y nuestras limitaciones, tenemos muchas razones para dudar o para poner un "aceptar pero verificar" en nuestro acto de creer. Esto también debe ser sacudido por nuestra participación en el Misterio y la realidad de la Semana Santa. La Fuente de vida -Padre, Hijo y Espíritu Santo- ha entrado en todos los espacios vistos y escondidos en nuestros corazones y los transformará si dejamos que la Trinidad actúe, especialmente el Hijo bien amado, que nos invita a entrar en Él mismo donde encontraremos descanso. . "Ven y Vean", dice. "Señor, ¡nos gustaría ver a Jesús!" ¡Vengan y Vean!