A Shepherd's Message - Lent 2023
February 14, 2023
Dear Sisters and Brothers,
I frequently see the television advertisement of an elderly person who has slipped and cries out: “Help, I’ve fallen, and I can’t get up.” The dilemma is solved by wearing an electronic monitor that will respond to the persons and bring help to raise them up.
The scene can act as a metaphor for us in the human condition who need help though some will try to deny it. The first part of establishing a healing is a recognition that we are fallen! “Remember you are dust, and unto dust, you will return.” Those words of reminder and of invitation to repent, spoken to each person on receiving ashes, are a primary action of recognition: We are in need of being saved.
Each year Ash Wednesday and its resounding invitation to let the Lord raise us up begins a very serious season, a quarantine — a 40-day observance of renewal and penance to seek the Lord Jesus and to accompany Him in His action of salvation for us, His Passion, Death and Resurrection. This salvation is done personally and communally in us, for we are called as the Body of Christ, the Church. None of us do this alone!
Lent is a marvelous time in the Church — a time of bright sadness. People are reconciled through the Sacrament of Reconciliation. A whole corps of individuals, our catechumens, enter the final period of their preparation for Baptism, Confirmation and Eucharist at Easter; even their status changes as they become “elect” and “enlightened” are prayed over, instructed and anointed with the oil of catechumens.
Others of the faithful make it their special care to celebrate the Stations of the Cross, to pray the Rosary, to seek out the poor and homeless and provide assistance, to fast and abstain from food and other good things so as to concentrate their minds on the Word of God. Yes, Lent is a time for reading and studying Sacred Scripture, especially the Gospels. Maybe this is the year to join the podcast “The Bible in a Year.” It is also a time for receiving the Eucharist, even daily, our “supersubstantial” Bread.
Whatever the action, penance or charity accepted, Lent is the time to get serious. We have fallen, fallen away from the Lord and each other. We need help to get up, and Jesus is the One sent for our healing. His Resurrection is our resurrection.
The Gospels this year on the Third, Fourth and Fifth Sundays of Lent are three great chapters of gold from the Gospel of St. John: The Woman at the Well, The Man Born Blind and The Raising of Lazarus.
In each episode, the wonderful conversation and dialogue of Jesus with a number of different speakers draws out a central point not to be missed by us who hear them today. Jesus is Living Water to quench and refresh the human search for meaning, Jesus is Light that heals human blindness, physical and spiritual, and Jesus is Life, the fullness of life for all who come to him.
In one of the Eastern Churches, there is a series of poems on the Raising of Lazarus where Death and Satan, frightened by what is happening, tell the dead Lazarus: “You better go now; hurry, he is calling you Lazarus. Get up and leave the rest of us alone. Who knows what that Jesus will try next?” Though the picturing of the underworld and death may seem naïve to us and draw a smile, the theological point is poignant and powerful.
Jesus Christ has come and has shattered the fear of death by undergoing death for us. He is risen. Let us get up with Him from where we have fallen!
Queridos Hermanos y Hermanas,
Frecuentemente veo un anuncio en la televisión de una persona mayor que se resbala y grita: “Auxilio, me he caído y no me puedo levantar.” El dilema se resuelve usando un monitor electrónico que responderá a las personas y traerá ayuda para levantarlas.
La escena puede actuar como una metáfora para nosotros en la condición humana que necesitamos ayuda, aunque algunos intentarán negarlo. ¡La primera parte de establecer una sanación es reconocer que hemos caído! “Recuerda que polvo eres, y en polvo te convertirás.” Esas palabras de recordatorio e invitación al arrepentimiento, dichas a cada persona que recibe cenizas, son una acción primaria de reconocimiento: Tenemos la necesidad de ser salvados.
Cada año, el Miércoles de Ceniza y su resonante invitación a dejar que el Señor nos resucite inicia un tiempo muy serio, una cuarentena – una observancia de 40 días de renovación y penitencia para buscar al Señor Jesús y para acompañarlo en Su acto de salvación por nosotros, Su Pasión, Muerte y Resurrección. Esta salvación se realiza personal y comunitariamente en nosotros, pues somos llamados como el Cuerpo de Cristo, La Iglesia. ¡Ninguno de nosotros hace esto solo!
La Cuaresma es un tiempo maravilloso en la Iglesia – un tiempo de una tristeza radiante. Las personas se reconcilian por medio del Sacramento de Reconciliación. Todo un cuerpo de individuos, nuestros catecúmenos entran en el periodo final de su preparación para el Bautismo, Confirmación y Eucaristía durante la Pascua; incluso su estado cambia a medida que se convierten en “elegidos” e “ilustrados”, se ora sobre ellos, son instruidos y ungidos con el óleo de los catecúmenos. Otros fieles procuran especialmente rezar el Vía Crucis, el Rosario, buscar ayudar a los pobres y desamparados y brindarles asistencia; ayunar y abstenerse de alimentos y otras cosas buenas para así concentrar sus mentes en la Palabra de Dios. Sí, la Cuaresma es un tiempo para leer y estudiar la Sagrada Escritura, especialmente los Evangelios. Tal vez este sea el año para unirse al Podcast “La Biblia en un Año". También es un tiempo para recibir la Eucaristía, incluso diariamente, nuestro Pan “supersubstancial”.
Cualquier acción, penitencia o caridad aceptada, la Cuaresma es el momento de ponerse serios. Hemos caído, nos hemos alejado del Señor y unos de otros. Necesitamos ayuda para levantarnos y Jesús es el enviado para sanarnos. Su Resurrección es nuestra resurrección.
Los Evangelios de este año del Tercer, Cuarto y Quinto domingo de Cuaresma son tres grandes capítulos de oro del Evangelio de San Juan. La Mujer junto al Pozo, el Ciego de Nacimiento, y la Resurrección de Lázaro.
En cada episodio, la maravillosa conversación y dialogo de Jesús con varios oradores distintos sacan a relucir un punto que no debemos perdernos quienes los escuchamos hoy en día. Jesús es Agua Viva para saciar y refrescar la búsqueda humana del significado, Jesús es Luz que sana la ceguera humana: física y espiritual y Jesús es Vida, la plenitud de vida para todos los que a Él acuden.
En una de las Iglesias Orientales, hay una serie de poemas sobre la Resurrección de Lázaro donde la Muerte y Satanás, asustados por lo que está pasando, le dicen al Lázaro muerto: “Será mejor que te vayas ahora, date prisa, te está llamando, Lázaro. Levántate y déjanos en paz a los demás. ¿Quién sabe qué otra cosa intentará Jesús?” Aunque la representación del inframundo y la muerte pueda parecernos ingenua y nos cause una sonrisa, el punto teológico es conmovedor y poderoso. Jesucristo ha venido y ha destruido el miedo a la muerte al morir por nosotros. Él ha resucitado. ¡Levantémonos con Él desde donde estamos caídos!