A Shepherd's Message for Lent - Feb. 25, 2020

February 25, 2020

Lent is a time of conversion.

Conversion is a kind of “turning” and involves a movement, if not physical, at least, movement of the heart. Lenten conversion is a turning away from sin and a turning towards the Gospel, the Good News proclaimed by Jesus Christ and about Jesus Christ.  Lenten conversion leads to Easter Joy.

Lent then is the movement, the journey, of the entire Church from the needed shock of recognition that we are sinners and guilty to the insight, granted to us freely by God, that Jesus has saved and delivered us through His Passion, Death, Resurrection and Ascension. (The shorthand for this event is “Paschal Mystery”) Lent is a time of conversion, from sadness to joy.  Lent is sad.  Lent is joyful.

The season of Lent begins this year on Feb. 26, Ash Wednesday. We are marked with ashes as a sign of penance and a recognition that we are sinners.

We are also asked to fast and abstain on Ash Wednesday and Good Friday, and abstain from meat on the Fridays of Lent.  We are invited to engage in more prayer, in the increasing of reading the Scriptures carefully, participating in services like The Stations of the Cross, creasing the world in acts of charity, of giving alms, of working for justice and mercy.

We are also invited to journey all of Lent with our catechumens and candidates who are preparing to enter the Church at Easter. Lent is first meant for compunction, to pierce our stony hearts with the word and beauty of Christ. From this kind of conversion, accompanied by the prayerful celebration of Confession, we can then move towards a genuine joy and we can recognize the infinite mercy of the Lord. We invoke the Holy Spirit every day to accompany us and remind us of Jesus’ name and His words.

Our Holy Father, Pope Francis, in his Lenten Letter to the entire Church, places great emphasis and urgency on prayer this year. It is a face-to-face dialogue and deepens our relationship with the Crucified Jesus.  More than a duty, prayer is an expression of deep need; it requires multiple forms so that in its variety it can “chip away” at our hardness of heart to turn to the Lord.

The Holy Father also insists that prayer can change the course of our lives and thus change the course of the world and its events! At this point, Pope Francis mentions how prayer takes us deep into the wounds of the Crucified Christ present in many innocent victims: of war, abortion, violence, environmental catastrophes and human trafficking. The prayer urges us to action, Lenten action.

I would also add for your Lenten prayer and meditation the three great passages from the Gospel of St. John that are read this year on the Third, Fourth and Fifth Sundays of Lent. These long beautiful narratives concern:  (1) The Samaritan Woman at the Well; (2) The Man Born Blind in Jerusalem; and (3) The Raising of Lazarus, Jesus’ friend in Bethany.

All three imply not only striking episodes in the life of Christ, but as is always true in John’s language of signs and symbols, they are also deep reflections on the Sacrament of Baptism.

Have a beautiful Lent this year.


 

La Cuaresma es un tiempo de conversión. La conversión es una especie de "viraje" e implica un movimiento, si no físico, al menos, movimiento del corazón. La conversión de la Cuaresma es apartarse del pecado y volverse hacia el Evangelio, la Buena Nueva proclamada por Jesucristo y sobre Jesucristo.  La conversión cuaresmal conduce a la alegría Pascual.  La Cuaresma es, entonces, el movimiento, la jornada, de toda la Iglesia desde golpe necesario de reconocer que somos pecadores y culpables de la percepción, que Dios nos ha otorgado libremente, que Jesús nos ha salvado y liberado a través de Su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión. (La abreviatura de este evento es "Misterio pascual") La Cuaresma es un tiempo de conversión, de la tristeza a la alegría.  La Cuaresma es triste.  La Cuaresma es alegre.

La temporada de Cuaresma comienza este año el 26 de febrero, Miércoles de Ceniza.  Somos marcados con cenizas como un signo de penitencia y reconocimiento de que somos pecadores.

También se nos pide ayuno y abstinencia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y abstenernos de comer carne los Viernes de Cuaresma.  Se nos invita a participar en más oraciones, en leer más las Escrituras cuidadosamente; participar en servicios como el Viacrucis, ofrecer actos de caridad, dar limosnas, trabajar por la justicia y la misericordia.

También estamos invitados a caminar con nuestros catecúmenos y candidatos que se preparan para ingresar a la Iglesia en Pascua.  La Cuaresma está destinada primero a la compunción, para traspasar la dureza de nuestro corazón con la palabra y la belleza de Cristo.  De esta clase de conversión, acompañado de la Confesión, podemos avanzar hacia una genuina alegría y podemos reconocer la infinita misericordia del Señor.  Invocamos al Espíritu Santo todos los días para que nos acompañe y nos recuerde el nombre de Jesús y sus palabras.

Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, en su Carta Cuaresmal a toda la Iglesia, pone gran énfasis y urgencia en la oración este año.  Es un diálogo cara a cara y profundiza nuestra relación con Jesús crucificado.  Más que un deber, la oración es una expresión de profunda necesidad; requiere múltiples formas para que, en su variedad, pueda "destruir" nuestra dureza de corazón y volvernos al Señor.

¡El Santo Padre también insiste en que la oración puede cambiar el curso de nuestras vidas y así cambiar el curso del mundo y sus eventos!  En este punto, el Papa Francisco menciona cómo la oración nos lleva profundamente a las heridas del Cristo crucificado presente en muchas víctimas inocentes: de guerra, aborto, violencia, catástrofes ambientales y trata de personas.  La oración nos insta a la acción, la acción cuaresmal.

También agregaría para su oración y meditación cuaresmal los tres grandes pasajes del Evangelio de San Juan que se leen este año en el tercer, cuarto y quinto domingos de Cuaresma.  Estas narraciones largas y hermosas se refieren a: (1) La mujer samaritana en el pozo; (2) El hombre nacido ciego en Jerusalén; y (3) La resurrección de Lázaro, amigo de Jesús en Betania.

Los tres implican no solo episodios sorprendentes en la vida de Cristo, sino que, como siempre es cierto en el lenguaje de signos y símbolos de Juan, también son reflexiones profundas sobre el Sacramento del Bautismo.

Que tengan una hermosa Cuaresma este año.